Siempre he escuchado que la gente tiene miedo a los cambios…
A mí me pasa al revés. Me gustan, me emocionan, me retan. Me parecen
nuevas oportunidades de desarrollarme, de aprender, de ver las cosas desde otra óptica.
Lo que si me da miedo es la estabilidad constante, el aburrimiento, la previsibilidad, la falta de libertad. Me preocupa no tener opciones o vivir como si cada día fuera igual al anterior.
En realidad si lo piensas bien, es imposible que nada cambie. Lo mejor y más sensato es vivir adaptándonos y fluyendo con los cambios que
se nos presentan y los que buscamos también 😉
Hace ya dos años y movidos por la PANDEMIA, buscando un nuevo estilo de vida, nos mudamos a un PUEBLO, cerca de Valencia pero lo suficientemente alejado como para disfrutar de la naturaleza cada día. Con la intención de vivir a un ritmo más lento.
Enseguida encontramos un piso en la mejor ubicación y con unas vistas simplemente perfectas de la montaña. Un lujazo a un precio muy asequible. No era una casita con jardín, pero era lo que necesitábamos para dar el paso y probar.
Poco a poco nos fuimos adaptando, la acogida del pueblo fue muy cálida y levantarse cada día a un paso de la naturaleza fue y es un regalo… Un regalo que no todos los días podía disfrutar… El camino al trabajo también era bonito, pero perdía diariamente casi hora y media en desplazamientos (y aparcar en Valencia). Eso sumado a mis ganas de moverme, de no pasar muchas horas en la oficina, de ir por la vida buscando nuevos retos… y quizás y sólo quizás, llegar a las 4 décadas.
En realidad siempre me estoy haciendo preguntas de estas profundas… creo que no es algo de los 40. Que si estoy donde quiero estar… Hacia dónde voy… estoy aportando algo a los demás, si me llena el trabajo y mi vida… Si estoy con quien quiero estar.
Y ¡si! Me siento afortunada por quienes me rodean, por donde vivo, por trabajar en el deporte, en el PÁDEL. Pero me pasaba muchas horas en la oficina y en el coche. Y después de tres años de coordinar el CIRCUITO POPULAR DE PÁDEL EL CORTE INGLÉS, el último año en Valencia, Castellón y Alicante, necesitaba un cambio. Tenía que dejar la Federación a tiempo completo y de una forma presencial. Entonces después de algunas conversaciones, encontramos una forma de poder seguir vinculada a la Fede, sin tener que viajar cada día y con mayor libertad. Ahora soy Delegada de Valencia y una de las técnicas de los programas de Esport a l’Escola. También he empezado a crear una escuela de pádel a 5 minutos de mi casa en el polideportivo municipal.
De esta manera, encontré una forma de vivir acorde a lo que siento, sin utilizar el coche cada día, teniendo mucho más tiempo para hacer deporte y estar con mi pareja, familia y amigos. Y con los ojos y el corazón atentos por si surgiera algún otro camino que explorar y disfrutar.
Natalia Laudelino